Un te amo
“Amar es darle la oportunidad al otro
de ser como es y no querer cambiarlo o que sea como los demás o nosotros
queremos que sea”
Nadie
planeamos que el autismo fuera parte de nuestros hijos, amarlos es aceptarlos
como son, no querer cambiar su esencia, aceptar que tienen una forma diferente
de ver la vida.
Que
tal vez no comprendes que separa los dulces por colores antes de comerlos, que
tiene que organizar cosas para sentir que el caos que siente en su interior se
organiza, que tiene la mirada más sensible, que no le gustan los abrazos o los
besos, que le lastiman ciertos ruidos o que hay colores que lo alteran.
Aceptarlos
no necesariamente significa que hay que resignarse a que siempre serán así,
hacerlo sería condenarlos a la posibilidad de una depresión por sentir que no
encaja en el mundo, aceptar que es diferente a un niño común también es aceptar
que eso en algún momento le puede afectar, hacerlo sentir mal, sentirse triste
o que no es parte del mundo.
Recuerdo
un día que mi peque se sintió triste porque se dio cuenta que era diferente a
sus compañeros del cole, que ellos no escuchaban tan fuertes los sonidos, que
no les molestaba que todos hablen al mismo tiempo y se rían, que no les causa
ansiedad el desorden o el caos, que les gusta el contacto físico y me dijo ¿Por
qué soy raro? Le pregunté por qué sentía que es raro, me explicó que es
diferente a sus compañeros y le dije que sí, pero que eso no lo hacía raro, que
todos somos diferentes pero que sentimos diferente, tenemos diferentes puntos
de vista, forma de pensar, todos tenemos diferentes gustos y que escuchar
sonidos a un volumen más alto que el resto no era malo, que él escucha sonidos
muy sutiles que los demás no percibimos y que eso pues no es malo, que tampoco
es malo que no le gusten los besos y abrazos, que él tal vez no podía hacer
cosas que otros niños sí hacían, pero que también hacía cosas que otros no
podían como montar a caballo desde los tres años, que tenía mejor ortografía
que sus compañeros, que su memoria era privilegiada, que era un buen amigo, que
era un chico extraordinario tal como era, me preguntó si yo lo amaba así y le
respondí que SIEMPRE.
El
amor nunca sobra, hacer sentir amados a nuestros hijos es hermoso, las palabras
que no se dicen es como si no existieran, el amor que no se demuestra es
inexistente, si no se los hacemos saber, si no les mostramos amor, que son
aceptados, valorados, que validamos cada una de sus emociones podemos dejarlos
como botes a la deriva.
Existen
estadísticas sobre depresión y suicidio en chicos y chicas con algún tipo de
discapacidad, en el caso de chicos con TEA y TDAH en algunos casos se sienten
mal consigo mismos, crecen con depresión y ansiedad y algunos llegan a expresar
ideas suicidas e incluso llegan a concretar quitarse la vida.
También
existen estadísticas que los hombres están más propensos al suicidio por la
absurda idea que “los hombres no lloran” tuve una pareja con TDAH que pasó por
una situación complicada, cuando me expresó su dolor quería llorar y me dijo
que sabía que era una tontería y que no tenía que ponerse así y le dije que en
su lugar a mí me dolería, que lloraría y que expresaría lo que siento y
buscaría apoyo de mi círculo. Es triste como los hombres tienen la idea de que
llorar es “cosa de niñas”, que expresar lo que sienten “no es de hombres”. No
es así todos somos libres de expresar lo que sentimos.
Un
te amo no se guarda hay que sacarlo, hacerles saber a quienes amamos que los
amamos y que es un amor incondicional que no es un amor condicionado a su
comportamiento, sus acciones, gustos o preferencias, que los amamos por ser
ellos, con todo lo que implica y que no tenemos que ser iguales, pero si
podemos tener igual derecho a ser nosotros y a sentir que ser uno mismo es
maravilloso.
Tere
Hernández.
