Para cosechar hay que sembrar
“Un
día quería tener girasoles y le pedí a Dios que me regalara la dicha de
tenerlos, él no me regaló flores, me regaló semillas y puso en mi camino
expertos en jardinería para que aprendiera a sembrar y pudiera tener girasoles
por siempre”
Tere
Hernández de Cortéz
Una
vez un amigo español me dijo que “no
sabemos pedirle a Dios, siempre estamos pidiendo cosas y no habilidades” él
tiene razón, siempre pedimos que las cosas mejoren y la magia no funciona, las
palabras de este amigo me hicieron reflexiona en nuestra historia con el
autismo.
El
día que recibí el dx de mi hijo no le pedí a Dios flores, le pedí convertirme
en jardinera experta, para poder cosechar las flores más hermosas en nuestro
jardín, no le pedí que por arte de magia
desapareciera el autismo de mi hijo o que alguien más hiciera algo por él, le
pedí ser la mamá que él necesitaba.
Dios
puso en mi camino expertos que me enseñaron muchas cosas, yo quería saber más y
más hasta que llegó el momento de ir a las grandes ligas y meterme a estudiar,
a aprender y a conocer cada día más, no fue fácil, hubo días que dormí dos o
tres horas y viví de terapia en terapia y estudiando de madrugada, en las
formas posibles en que podía empoderarlo y convertir sus aparentes debilidades
en fortalezas.
Convertir
algunas de sus “peculiaridades” en un poder, por ejemplo, es muy repetitivo, el
ser así lo convierte en alguien “necio” y la necedad bien encausada se llama
tenacidad, lo convierte en alguien que se enfoca en algo que le interesa, en
alguien determinado que no pierde de vista su objetivo y que no descansa hasta
lograrlo.
Por
ejemplo, tiene intereses restringidos, ama el arte, es perfeccionista y su
perfeccionismo es la razón por la cual hace dibujos hermosos, coloreados
perfectos como si fueran impresos, su interés por el cine lo ha llevado a
estudiar stop motion y hacer animaciones y cortometrajes que parecen hechos por
profesionales y tan solo tiene 15 años.
Yo
amo a mi hijo, con toda el alma y amo todo de él y el autismo es parte de mi
hijo, como su color de piel, sus ojos, el tono de su voz, su alegría, su
tenacidad, su inteligencia, sensibilidad, amo cada parte de su ser, incluso
aquellas cosas que vienen pre cargadas en su autismo.
Nunca
he querido cambiarlo, lo amo tal como es, aceptar su diagnóstico no significa
resignarme a que permanezca igual, condenarlo a no crecer y a evolucionar, ser
una mejor versión de sí mismo si se transforma utilizando las herramientas con
las que cuenta y adquiriendo nuevas herramientas que le permitan ser cada día
una mejor versión de sí mismo.
Muchas
mamás que vieron los resultados en mi hijo me pedían que les pasara mi equipo
de profesionales, lo hice con mucha alegría y no todas las familias obtenían el
mismo resultado, hay muchos factores por los que no sucedía lo mismo, hablaba
con muchas y me decían que los niños no cooperaban.
El
mío al principio tampoco, pero poco a poco con las agendas y los pictos,
teniendo una rutina muy predecible y estructurada fuimos avanzando, me di
cuenta que muchas de ellas no lo hacían, encontré una variable en la fórmula,
teníamos a los mismos terapeutas, pero no a la misma mamá ni el mismo nivel de
compromiso.
Leí
una frase alguna vez una frase de Theo Peeters que me llenó el alma “El futuro de los ciudadanos con autismo
depende en gran medida del nivel de motivación e información que tengan sus
padres” me hizo pensar que el futuro de cada persona en el mundo con
autismo depende mayormente de los padres.}
Se
pueden tener a los mejores terapeutas, se pueden tener a los expertos más
especializados y prestigiosos del mundo, las mejores maestras y llevarlos
siempre al cole y a terapia, pero van una hora a terapia, van 5 o 6 horas a la
escuela, el día tiene 24 horas, la mayor parte del tiempo están en casa con
papá y mamá, su futuro no depende de sus
maestros, ni de sus terapeutas, su futuro está en nuestras manos, en el
compromiso que tengamos con ellos para empoderarlos.
Es
como tener las mejores semillas, la mejor tierra fértil, al mejor asesor de
jardinería y el mejor abono, pero si yo no planto las semillas, si no riego la
planta cada día, si no la alimento y me comprometo con mi plantita, jamás voy a
cosechar ni un pequeño brote, necesito comprometerme y plantar mis semillas.
Necesito
comprometerme con mi hijo y ser la mamá que él necesita, una que haga lo que
los expertos le dicen, porque de igual forma unos padres muy comprometidos no
pueden hacer mucho sin la guía de los expertos, se necesita que alguien les
enseñe si sus semillas se plantan a profundidad o de forma superficial.
Necesitan
saber si su planta es de riego diario, dos a tres veces por semana o muy
esporádicamente, si es de sol o de sombra, qué abono necesita y cada cuándo, si
hay que podar o no, si su planta es de fruto, cuándo está maduro y listo para
ser cosechado, necesitan saber todo de su planta. Para eso sirve el diagnóstico
y la guía de los expertos, para enseñarnos como trabajar nuestra semilla.
El
autismo es un espectro y cada niño es diferente, igual que las semillas y solo
un experto nos puede asesorar para poder convertirnos en expertos de nuestra
planta,
necesitamos leer, conocer, aprender y estar comprometidos al máximo,
hacer equipo con los expertos y un día esa planta va a florecer.
Necesitas
conocer a tu hijo, dejarte guiar por expertos para aprender a empoderarlo,
compromiso para trabajar día a día para empoderarlo. Empoderar a tu hijo es construir alas, fortalecerlas y enseñarle a
volar y dejarlo que vuele tan alto como esas hermosas alas lo puedan llevar.
Te
amo con todo mi ser, mi pedacito de cielo, mi pequeño girasol, mi arcoíris de
bolsillo, principito de mamá, mi amado Andy, gracias por ser tú y por elegirme
a mí para recorrer el camino juntos, vuela mi hermoso ángel tan lejos como
quieras volar.
Tere Hernández de Cortéz

No comments:
Post a Comment