Tan potente es la luz de la unidad, que
puede iluminar toda la tierra”
Bahá’u’lláh
La potente luz de la unidad
En la vida hay personas que impactan de tal manera en
nuestras vidas que llegamos a verlas como ángeles terrenales, cuando eres una
familia azul, no es la excepción. Si bien en el camino encontramos
discriminación, exclusión, miradas que hieren, palabras y actitudes poco
amables hay una chispa de luz en el camino.
El trabajo arduo de una familia rinde frutos, pero también
existe algo que algunos llaman “suerte” y otros “bendición” yo creo que es un
poco de ambas, se trata de encontrar en
el camino personas que hacen la diferencia y pueden cambiar la historia de un
niño, dando un giro total a su futuro.
Hablo de esas
personas que sienten empatía y se acercan a ti para conocer de autismo, que
educan a sus hijos para que no vean
diferencias, sean pacientes y aprendan a ser amigos de un niño con autismo,
aquellos que escuchan el diagnóstico y no se alejan, no te juzgan ni discriminan.
Un niño puede tener todo el potencial del mundo, su familia
esforzarse al máximo, tener al mejor equipo, pero si no tiene la oportunidad de
encontrar personas sensibles que estén dispuestas a ayudar y aportar su granito
de arena, la “suerte” de ese niño y su familia podría ser muy distinta.
Sin personas sensibles y empáticas dispuestas a tender la
mano a otro que necesita el mundo podría ser distinto y no solo hablo de
discapacidad, si alguien que tiene un pan lo comparte con quien no tiene que
comer habría menos hambre en el mundo, si todos abrimos el corazón para darle
amor y apoyo a quien lo necesita el mundo sería muy distinto.
Creo tenazmente que la apatía es la principal razón de
muchos problemas en el mundo, personas a quienes no les interesa el otro, que
no están dispuestas a dar o compartir y que debemos educar a las nuevas
generaciones a sentir empatía, más bien a no perderla porque el altruismo, dar,
servir y ser sensible al dolor de nuestros semejantes son virtudes inherentes al
ser humano que se van perdiendo con el tiempo.
Existen experimentos con niños pequeños en donde se les da
a cada uno un plato, uno con doble ración de comida otro vacío y todos los
niños compartieron con quien tenía el plato vacío sin importarles que fuera un
desconocido, esa bondad debemos mantenerla en los niños y conservarla durante
toda la vida, esa es la diferencia entre un alma sensible y bondadosa y una
llena de prejuicios y apatía.
Recuerdo estar en una estética esperando a mi hijo mayor al
que le estaban cortando el cabello, mi hijo menor estaba aleteando y caminando
de puntitas, se le acercó a un niño y el niño le sonrió le iba a tocar la mano
cuando la mamá lo jaló y le dijo, no te acerques, ¿no ves que está como
loquito?, tomé a mi hijo en brazos y salí con profunda tristeza y no fue la
única vez que me tocó una experiencia así, a veces me pregunto si la gente
piensa que no escuchamos, no vemos sus caras o no nos damos cuenta de que se
están burlando, ¡Claro que nos damos cuenta! No estamos ciegas o sordas, no
decimos nada primero porque es un golpe fuerte, duele, da tristeza y (al menos
yo) no logramos entender ¿por qué ser así con un ser pequeño e indefenso? Después
nos enfocamos en darle amor a nuestros niños, en atender sus necesidades, en
abrazarlos porque quizá están asustados, tal vez les molesta el ruido o su
cabecita va a mil por hora y necesitan algo de paz.
Podemos estar como padres muy preparados, tener todas las
herramientas y tenacidad para tener éxito en la titánica tarea de apoyar a
nuestros pequeños, sin las personas correctas alrededor no sería posible,
inclusión es un trabajo de TODOS, no solo tarea de padres y especialistas,
también de maestros y sociedad.
Podemos cambiar la vida y el futuro de un niño con autismo
y su familia siendo sensibles, receptivos y empáticos, si nos subimos al tren
de la inclusión con ellos, finalmente todos hacemos el mundo, todos somos una
pequeña pieza en el rompecabezas de la humanidad, si una falta el mundo no
puede ser mundo.
Una GRAN historia no se escribe con solo una
tinta, ni con una misma pluma, ni siquiera con la misma mano, las grandes
historias se escriben con unidad, con amor, cuando la tinta de todos se junta
para formar una luz tan potente que puede iluminar un camino e incluso la
tierra entera, todos tenemos la capacidad de encender el corazón y ser luz,
iluminar nuestro camino y el de otros o vivir en plena oscuridad.
Tere de Cortéz
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